viernes, 4 de noviembre de 2011

Doctor Glas, de H. Söderberg...


Doctor Glas
H. Söderberg
Prólogo y traducción de Gabriel Ferrater
Ediciones Alfabia
203 pag.
Comentado por Luis Rodríguez. 

            Nadie abre un libro y se pregunta cómo ha llegado a sus manos. Quizá algunos, interesados aquí por Hjalmal Söderberg, lo situan en una habitación de Estocolmo a principios del siglo XX; Hjalmal tiene treinta y pocos años, casado, con tres hijos, no le sobra el dinero que recibe como periodista del Svenska Dagbladet ni de las dos novelas publicadas, tres si incluimos los cuentos.  Pero aquello fue en 1905, el texto tuvo que alcanzar el año 1968 para verse publicado en la asombrosa Biblioteca Breve de Bolsillo – Libros de Enlace, de Seix Barral, con traducción de Gabriel Ferrater, y ser recuperado hoy por Ediciones Alfabia.
            Pero abrir un libro es más que eso. El propio doctor Glas, nuestro protagonista, escucha desde la ventana a un hombre que toca con su flauta el intermezzo de Cavalleria rusticana; hace apenas diez años, dice, esa tonada surgió del caos y se introdujo en un pobre músico italiano, tal vez al caer la tarde, tal vez una tarde como la de hoy, y ahora la melodía se propaga por todo el mundo como una súbita epidemia. Así Doctor Glas, y desde el texto hasta nosotros el editor sueco, los de aquí, Barral y Alfabia; Gabriel Ferrater, poeta y traductor, que hizo novela su propia vida (a los treinta y cinco años pronosticó que no viviría más allá de los cincuenta, y se suicidó a esa edad); finalmente, el librero, que ha hecho un hueco casi a codazos entre una ingente cantidad de novedades para colocar en la estantería esta obra excepcional.
            El doctor Glas escribe un diario del 12 de junio al 7 de octubre, quizá no por casualidad desde el comienzo del calor hasta el barrunto de la nieve. Es un hombre soltero, no muy bien parecido, y virgen. Comienza con la visita de Helga Gregorius, una joven casada que le manifiesta la repulsión que le produce su marido, un predicador de 57 años, y le pide ayuda. La mujer, que desde el principio del relato goza de la simpatía del médico, tiene una aventura con otro hombre, Klaus Recke. El argumento, en esta forma u otras muy similares, lo conocemos, lo hemos leído más veces; pero el modo de contarlo, la profundidad y el matiz, eso es más escaso. Söderberg aprovecha esta historia para hablar de moral, que no es más que un círculo de tiza alrededor de la gallina, solo encierra a los que creen en ella; para decir que hay que rehacer el lenguaje desde el principio, si queremos hablar de filosofía con algún provecho (sé que os suena, pero no olvidéis que hablamos de 1905), o aludir al  aborto, la culpa, y ¡la eutanasia!
            Doctor Glas es una de las mejoras obras que he leído este año. Subyuga desde la primera página este texto casi decimonónico con medio cuerpo en el siglo XX, porque hay personajes que describen la excitación sexual diciendo que la sangre le canta en los oídos y, más adelante, que uno de los mejores recuerdos de su infancia fue cuando su padre le pegó injustamente, y le perdonó, aunque no le perdonaba cuando le pegaba con razón. Aquí tenemos, muy bien trazados, paisajes habituales de la narrativa del pasado siglo transitados por un hombre que nos resulta familiar, dual, enfrentado a su conciencia, descreído de la felicidad.
           Es obligado leer Doctor Glas, eso sí, dejando para el final el prólogo. El editor ha utilizado el informe de lectura de Ferrater, pero otra vez, y ya son muchas, el prólogo cuenta cosas que debe callar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Comentario excepcional

Anónimo dijo...

Comentario excelente

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