miércoles, 8 de abril de 2009

Gran Sertón: Veredas

"Nadie leerá a Guimaráes"...

Nadie leerá a Guimaráes
sus ríos escondidos en el hervor
verdinegro de la selva
sus otacilias, mocitas del hurucuia
o sus pájaros ardidos por las alas...
El árbol que no tiene otra cosa mejor que hacer
que despegarse con ansias de telaraña soplada
y el perrito que enfrenta a los bandidos
como el árbol enfrenta a la inmensidad
ambos impecables y absolutos;
la gente, en cambio, recula silenciosa
el uno mismo apocado
y en la soledad, el uno mismo demasiado.
Se atora el uno en el miedo
y recula mínimo, tieso
pudiendo elevarse y tieso
no como el perro o como el árbol
a su extrema capacidad...
Y Diadorín allá
delgaducho y valiente
sembrado en las esporas de su venganza.
Qué flacura afilada y quebradiza
arrancada la fuerza de quien sabe dónde:
somos el misterio, la nonada...
Nadie temerá al Hermógenes
ni recorrerá a caballo el follaje oscuro del sertón
y nadie se sentirá atravesado
cuando Rioblado diga
de amor y de muerte
encontradas a la vez
en un grito dulce pero sobrecogedor:
"uno encuentra lo que es suyo por derecho
y no lo sabe
no lo sabe
¡no lo sabe!"...

Recomendado en el Club de los Viernes Argot por Renée Nevárez. Una de
esas pequeñas grandes joyas que se pierden en las estanterías de
bibliotecas y librerías hasta el día en que llega ese lector sin
prejuicios ni prentesiones, lo lee, y queda prendado para siempre del
placer y el vicio que son los libros.

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