La mujer de sombra, de Luisgé Martín
La
mujer de sombra
Editorial
Anagrama
228
pag.
Comentario de Luis Rodríguez:
El argumento de La mujer de sombra es sugestivo como
pocos: Guillermo, un hombre de 39 años felizmente casado con Olivia, le confiesa
a su amigo Eusebio que viene manteniendo relaciones sadomasoquistas con una
mujer llamada Marcia, y que es adicto al placer que esta le procura mediante el
dolor y la humillación. Guillermo muere en accidente, Eusebio busca a Marcia
para comunicarle su muerte. La mujer se llama Julia, Eusebio la encuentra pero
no le dice nada, se enamora. Julia es una mujer tierna y atenta, en las
antípodas de Marcia. Esa dualidad es la que activa la novela. Eusebio pudo
acercarse a ella por morbo, porque ya había algo oscuro que latía en su
interior, o por simple curiosidad. Ahora está confundido, no sabe cuánto pesa
Marcia en su amor por la dulce Julia, ni
cual es la verdadera; además, se le ha encendido el interés por el mundo de las
relaciones sexuales distintas, quizá,
como siempre en todas las búsquedas, para explicarse a sí mismo.
El autor ha elegido para la página
previa a la novela unas palabras de José Antonio Garriga Vela extraídas de su
novela Pacífico: … presentí que el verdadero peligro se
esconde en las relaciones cotidianas, en las personas que nos quieren, porque
nos obligan a cerrar los ojos si queremos seguir siendo felices a su lado.
Yo creo que esta novela es justo eso, una reflexión sobre el secreto, sobre el
caso que hacemos a la pulsión interior, hasta dónde llegamos y cuál es la línea
que no queremos que esos actos atraviesen para convertirse en
públicos.
Luisgé Martín (Madrid, 1962) escribe
bien, se sirve de frases cortas y su prosa es muy limpia. Tiene facultades, sabe
concretar un personaje con un dato, como lo hace ya al principio informándonos que Guillermo y Oliva tienen una
foto suya desnudos que se hicieron el día de la boda, y ha elegido una trama que
a mí me da envidia. Por eso, porque es un tema de una extraordinaria potencia,
me parece una obra incompleta. Este descenso a los infiernos es tibio, uno
recorre la novela y sale indemne, sin un arañazo, quizá le falte un poco de
colorante ruso, no sé.
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