Y el cielo era una bestia, por Robert Juan-Cantavella. Anagrama. Una novela de misterio, un criptozoólogo de nombre irrepetible, un insólito texto titulado "Tras Columbkrill", un premio Nobel de literatura y la diestra mano, que a veces se convierte en zurda, de Robert Juan-Cantavella.
Atreverse
a escribir en los tiempos que corren puede convertirse en repetición, o como en
este caso una genialidad. Estamos cansados de relatos prefabricados, de
construcciones literarias repletas de fórmulas magistrales, de costumbrismo mal
entendido en la creación. Robert Juan-Cantavella construye una línea temporal,
la llena de escenarios, de personajes “deconstruidos” y como Mary Shelley en
Frankenstein, los conecta a una maraña de cables en una noche de tormenta para
que cobren vida tras la electrocución post rayo cegador. Una novela de
misterio, un criptozoólogo de nombre irrepetible, un insólito texto titulado "Tras Columbkrill", un premio Nobel de literatura y la diestra mano, que a veces
se convierte en zurda, de Robert Juan-Cantavella.
Sigurd Mutt regresa a
Barcelona. Han pasado casi treinta años. Entonces era un joven criptozoólogo,
empeñado junto con sus compañeros Belaire y Sjögren en desentrañar los
misterios del Naturalismo Oculto y en rastrear, contra los dictados de la
ciencia oficial, la pista de animales peligrosos y animales que no existen.
«Ciencia oficial», así la llamaban ellos con desdén, como ya hicieran antes sus
maestros. Pero ahora, a finales de 2007, vencido y cansado, Sigurd Mutt se
dirige a Vor, un pueblo en los Pirineos donde tiene intención de pasar una
breve temporada en un antiguo balneario de resonancias aristocráticas: el
sanatorio Vulturó. Lleva consigo las últimas voluntades de su colega Belaire,
que le fueron enviadas a Hamburgo junto con lo que parece ser un fragmento de
un insólito texto titulado Tras Columbkill. Si quiere descubrir su alcance y
significado, deberá completarlo, algo que sólo podrá hacer en Vulturó.
Allí encontrará a Vicente
Baeza, el Rubio, un policía retirado que conoce hasta el último secreto del
mundo de los timadores; al niño Iván Agulín, quien dice no tener padres; a
Olimpia Sanderson, una mujer alojada en el piso más alto que no sale jamás de
su habitación; a Tod Volta, un distinguido caballero fascinado por la
estrategia militar de todos los tiempos; y a la señorita Elvira, un ser esquivo
y sugerente con «aspecto de catequista». Unas veces con ellos y otras contra
ellos, siguiendo el enigmático capricho de Belaire y su texto Tras Columbkill,
Sigurd Mutt se verá inmerso en dos universos que le son ajenos: por una parte,
la vida recatada del escritor José Echegaray, primer Nobel de la literatura
española, y por otra, la vida improbable de un santo medieval llamado
Columbkill, hacedor de milagros y guerrero infatigable.
Robert Juan-Cantavella crea
un mundo cerrado lleno de puertas traseras y teñido de antiguos saberes
iconoclastas: la línea imaginaria que une el pueblo de Vor y el sanatorio
Vulturó. Un mapa cuyos contornos han sido retrazados durante los últimos años
con la sangre de un asesinato que acaba manchando las manos de Mutt. En un
gesto que tiene algo de bandazo a contracorriente, Juan-Cantavella, autor entre
otros títulos de Proust Fiction, tan celebrado, presenta un excitante relato de
misterio que es también la historia de unas ideas inciertas y un gabinete de
curiosidades.
Comentarios