Ediciones Canibaal se hace hueco en las librerías. ¡Dejen paso! La movida cultural del Siglo XXI ha arrancado y viene para quedarse.
Una casa holandesa
(ego) aforismos en
Word, poemas con
auto-reverse
Sábado 21 de febrero a las 19h en Argot
Ediciones Canibaal 2014
Trazar un semblante
biográfico más o menos convencional del autor de Una
casa holandesa es tan complicado como
estipular el género literario de pertenencia de este «volumen
inclasificable», brillante, oscuro, terrorífico, hermoso y con
«con marchamo de objet d´art»
que tiene usted ahora entre sus manos.
El autor de este
«lúcido viaje pornográfico al corazón del envés del narcisismo»,
fórmula feliz acuñada por la crítica argentina, es licenciado en
filosofía, en derecho, y doctor en filosofía del derecho, moral y
política por la Universidad de Valencia. Editor literario e
investigador invitado en centros y universidades extranjeras, García
Cívico (Valencia, 1969) es profesor titular de filosofía del
derecho en la Universidad Jaume I de Castellón, donde dirige el
proyecto La norma y la imagen
sobre al campo que resulta de disciplinas tan distintas como la
historia del arte, la literatura, el cine, la estética, la política
y la crítica social. Es responsable, además, del blog que lleva ese
nombre, así como de decenas de columnas de opinión en periódicos
locales, artículos académicos en revistas internacionales y
monografías como autor y coordinador sobre cuestiones que van de la
teoría del derecho a la sociología jurídica, de la filosofía
política y la teoría del conocimiento a… los niños selváticos.
Poeta de producción
mínima y tardía pero ya reconocida nacional e internacionalmente,
García Cívico parece especializado en géneros de naturaleza exigua
(nano-relato, poema, micro-ensayo y aforismo) a los que ha dotado de
un sello tan personal como reconocible, tan original como exigente
con el lector. Un estilo personal, el del autor de Una
casa holandesa, caracterizado por una
rebuscada ironía, una hipersensibilidad morbosa, «un umore
no precisamente blanco ni inocente» y «una nada fácil pericia con
la que el autor despoja su hondura reflexiva de solemnidades
oraculares y de estilemas gesticulantes».
De su poética se ha
dicho que con ella «el poema
se vuelve sobre sí mismo (…) García Cívico reedita la lírica,
dándole una vuelta de tuerca más». Una actitud tan sensible como
irreductible que escapa continuamente de
la autosatisfacción y de esa pomposa seriedad tan frecuente en
nuestro panorama literario.
Crítico literario en
publicaciones como Le Monde Diplomatique
(edición española), Pasajes de Pensamiento
Contemporáneo, Revista
de Libros de La Vanguardia o los Anales
de la Cátedra de Francisco Suárez, el
responsable de Una casa holandesa,
es autor, además, de un blog personal señalado en su día por
Enrique Vila-Matas (El blog de Cívico).
Además de figurar en
antologías poéticas –la más reciente El
mejor poema del mundo (Oviedo, 2014)– ha
publicado poemas y aforismos en revistas como Dilema,
(Valencia), La bolsa de pipas (Palma
de Mallorca), Canibaal
(Valencia) así como en el magazine on-line de tendencias culturales
El Hype, donde tiene
un espacio fijo: “Hermosos y malditas”.
Fruto de la
complicada intersección de todos los ámbitos anteriores y de una
continua y para muchos patológica revisión (esta obra breve que
inaugura la editorial Canibaal
ha ocupado a nuestro autor los últimos nueve años), Una
casa holandesa. Aforismos en Word,
poemas con auto-reverse, con toda su
tonalidad introspectiva (pero anti-narcisista) conduce, en realidad,
a temas universales: la infancia, la muerte, el viaje como fuga de lo
real (el alcohol, el narcotismo), la filosofía como disparo al
poder… y a la virtud.
Una obra a la vez
cómica y terrible, desternillante y aterradora, inteligente y
tierna. Como señala en el prólogo el reconocido crítico, poeta y
ex-profesor universitario Pablo Miravet «la tortuosa y prolongada
gestación de este extraño y cautivador volumen –el formidable
denuedo, los muchos años de lecturas y los desvelos epimeteicos que
Cívico le ha dedicado–
lo acercan al dispendio, al derroche y al don, dicho esto en el
sentido de que lo que te dispones a leer es una especie de “libro
potlatch” alejado de
cualquier cálculo contable y de toda previsión utilitaria, un
regalo con el que el
autor devuelve con creces lo que ha recibido y lo que ha hallado en
su inacabada y tenaz pesquisa».
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